lunes, 22 de julio de 2013

Entrevista a Javier Aparicio en memoria de Adrián.

Esta es parte de la entrevista a Javier Aparicio, que publicaba Rodadas Total y en donde podéis ver la entrevista al completo.

R.T. : Hola Javier; en primer lugar, el más sentido pésame del Mundo motero en general y en el mío propio y agradecerte infinitamente que nos concedas, como portavoz de la familia, esta grandísima oportunidad de conocer mejor a Adrián.
Sería muy bonito comenzar con aquello que no se conoce, con tu descripción propia de Adrián como chico de 15 años..

JAVIER APARICIO: Adri era un chaval entrañable. Es entendible que alguien pueda pensar “¿qué va a decir su padre?”, pero es cierto. Era el menor de tres hermanos (el mayor tiene 26 y el mediano acaba de estrenar mayoría de edad). Los tres hacían gala de una devoción mutua. El haberse criado en torno al sector de la hostelería aportaba a su personalidad una madurez quizá impropia para su edad. Muy observador fuera de casa, extremadamente educado y cordial, era un terremoto en casa. El pequeño era la salsa de todas las conversaciones, simpático, irónico y muy positivo. En el pueblo le conocían como “el niño que daba vueltas por ahí utilizando sólo la rueda trasera de su bici”. La costa de Isla es muy abrupta, con grandes acantilados. Le encantaba lanzarse al agua desde lo alto de las rocas y he de decir que también empezaba a mostrarse especialmente dotado para ello. Llevaba meses percatándome de que mi niño se escapaba, que sus gestos eran cada vez más de adulto, su mirada, sus rasgos y sus reacciones delataban, mucho más que el lógico cambio de voz, que Adri estaba madurando día a día. En fin. Un chico de quince añitos embutido en un cuerpo de 1,77 m. de estatura y más de 75 kg. de peso.

RT: ¿Como comenzó en el mundo del motocross? Habría alguna motivación extra en un ambiente ajeno al motor, como lo es la hostelería, pero seguro que tenía a su gran piloto favorito que, sin duda, sería su meta en la vida y vuestro ánimo para cuantos esfuerzos realizasteis en casa para que Adrián pudiera llegar donde deseaba. Cuéntanos algo de la trastienda de Adrián como piloto.


JA: Sus comienzos fueron realmente curiosos. A Javier, el mediano, le regalamos para su comunión una KTM 65 cc, teniendo en cuenta que un año antes le habíamos comprado una automática de 50 cc que no aportaba demasiado a las maneras que apuntaba. De ahí, un día nos acercamos a un circufederarlo y empezar a competir.ito y nunca mejor dicho, todo lo demás, sobre ruedas: Comprar equipo para Javier,

Tendría Adrián siete años cuando nos comentó: “a mí también me gustaría hacer motocross”. Todos nos quedamos perplejos. Ni siquiera se lo habíamos propuesto. A pesar de estar bien dotado para el deporte (jugaba muy bien al fútbol, por ejemplo) nunca se nos hubiera ocurrido que compartiera la pasión de su hermano mayor. En fin, como es de imaginar, moto para Adrián, también KTM, y pruebas autonómicas y del nacional, donde se ganó sitio en la parrilla con sólo 7 años. (Hablo de cuando la afluencia de pilotos a las pruebas hacía difícil clasificarse). El resto fue crecer como piloto y como persona en este mundo de las dos ruedas. Javier era su ídolo, pero mientras que el hermano mayor, también Campeón de Cantabria, incrementaba a su técnica en el pilotaje un arrojo, un valor e incluso diría que cierta agresividad y rudeza, bien entendida desde el punto de vista deportivo, Adri evolucionó hacia una forma de pilotar elegante, muy técnica y controlada.

Su motivación principal era su espíritu de ganador. Se mostraba muy crítico consigo mismo. Yo nunca he montado en moto y por lo tanto, nunca he presionado a mis hijos buscando resultados. Me limitaba a decirle a Adrián: “sal y diviértete”. Muchas veces, tras la carrera, le decía “bien, Adri” y él me contestaba: “hoy bien, no, Papá”. Y esto aunque el resultado en la clasificación hubiera sido favorable.

Termino hablándote de los esfuerzos realizados para hacer feliz a Adrián y a su hermano Javi. Empezamos recorriendo España con un utilitario, un remolque descubierto y una tienda de campaña para acudir a las carreras. Pronto, compramos un remolque de fibra y una monovolumen adecuada para tirar de él. Después una autocaravana… Mi mujer y yo no hemos vuelto a disfrutar de unas vacaciones desde que nos metimos en esto. Todo el dinero y algo más, para mejorar equipos, comprar motos y viajar. Yo, con los chavales y mi mujer, en casa al frente del negocio familiar. Mucho sacrificio, pero bien aprovechado, de no ser por esta fatalidad.
RT: ¿Qué dirías a todos aquellos padres que tienen a sus hijos compitiendo y luchando por un sueño?
JA: Muchas cosas. Brevemente, a modo de tormenta de ideas, apoyo a vuestros hijos, el motocross, debe servir para más que hacer deporte, sus hijos crecen, se educan y adquieren valores en los circuitos, no crearse falsas expectativas, la dignidad del vencedor es la misma de la que por sus características no puede aspirar a casi nada más que a quedar en las últimas posiciones, nuestros hijos no son un espejo, una segunda oportunidad para enmendar errores y satisfacer antiguas frustraciones, el motocross es un deporte serio, una moto no es un juguete para dar saltitos y este deporte debe ser el caldo de cultivo adecuado para la felicidad de nuestros hijos. Es la felicidad y no el resultado deportivo, lo que el mundo de la moto de campo está en disposición de aportar a la vida de nuestros chavales. Mi hijo ha sido un niño inmensamente feliz. No es demagogia. Si volviera a nacer, le compraría una moto, si de nuevo fuera esa su voluntad.

RT: Por último, ya que sabemos que esto no es fácil. ¿Podrías contarnos qué huella ha dejado vuestro hijo en el mundo de las dos ruedas?

JA: Ha sido un ejemplo a seguir, al margen de las expectativas. Podría haber llegado muy lejos, cualidades tenía o, quizá, no, teniendo en cuenta que intervienen muchos otros factores, por desgracia, fundamentalmente vinculados a las posibilidades económicas.

La mayor huella que Adrián ha dejado en el circuito es la huella del respeto. Un profundo respeto por todos los que practicaban motocross. Por los consagrados y por los principiantes. Cuántas veces en los entrenamientos interrumpía una manga porque veía a un chaval que se estaba iniciando y detectaba algún error que él consideraba que podía contribuir a corregir. “Papa, voy a dar unas vueltas con el chaval aquel, que está empezando, para que vea por dónde trazo”. “Aquel piloto se va a hacer daño como siga tomando la meseta por ese lado; vamos a decirle que cambie la postura y la trazada”. Eso era muy habitual en él. El motocross era respeto y era una forma de compartir, por encima de la competición, y eso sí, después de la práctica deportiva, ya en el paddock, a sentarse con los mayores y a poner la oreja para ver si aprendía algo. Sin duda han sido mucho los pilotos y las personas que han tenido el privilegio de haberle conocido y entre ellos, mi esposa, mis otros dos hijos y yo mismo, que hemos tenido la suerte de compartir el día a día con él durante quince maravillosos años.

Muchas gracias a Javier y a toda la familia Aparicio Chaves.

Adrián, siempre estarás en cada curva del camino, en cada salto y en cada paddock.

Entrevista realizada por Rodadas Total


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